Como si nada

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Hace apenas dos días que empecé un nuevo curso y lo he hecho con la efusividad que podría tener un mejillón.

Cuando era más pequeña, los primeros días eran fabulosos, aún teniendo en cuenta los madrugones, algunos de los compañeros que no me hacían mucha gracia y ciertos profesores. Sin embargo, ahora mi comienzo de curso ni tan siquiera me ha quitado el sueño, mi mente solo ha pensado en superar el cuatrimestre, tragándome las clases y estudiando todo lo posible para aprobar los exámenes que vendrán.¿Qué ha pasado?


Hoy se debate mucho aquello del respeto en las aulas, el desmadre de los alumnos y el bajo nivel educativo, se habla también de meter las tecnologías en la mochila, de imitar a otros países o de introducir normas para controlar las relaciones alumno-profesor.
Todo eso puede ser mejor o peor, pero creo que hay un enorme desenfoque del problema real, nos estamos olvidando de una parte muy importante: la motivación del alumno. Es evidente que un libro de geografía o de física, por sí solo no puede despertar la curiosidad de un niño de 8 años, necesita de alguien que le destripe los conocimientos que esos libros esconden, que le abra los ojos hacia la ciencia que de verdad está estudiando, que le haga sentir hambre de conocer, en otras palabras, que lo motive.

Y esto es solo una pequeña parte, también existen la masificación de las clases, el pasar de curso con tantas suspensas, la poca formación en docencia de algunos profesores... estos y los anteriores son pequeños pellizcos que están despertando al monstruo de la Educación, ese monstruo que hemos ido cebando todos en las aulas y en las casas con comida basura y que ahora sufre colesterol.


Son muchos los pensamientos que me gustaría transmitir sobre este tema, pues realmente me enciende que todo esté así, sobre todo me enfurece que los políticos (los cuales no pisan las aulas desde hace más de 20 años) no dejen de darnos pan y circo con cosas irrelevantes y que los que de verdad estamos en las clases sigamos abriendo los libros como si nada.


Porque como si nada he empezado este año el curso y como si nada acabaré la carrera, aceptando esta sensación de mejillón y transmitiéndola a los que me suceden, privándoles de sufrir en una determinada parte del estómago ese tironcillo que realizan las ilusiones que despierta una buena lección de astrofísica, narrativa hispanoamericana o de catalogación de archivos.

2 comentarios:

Murf dijo...

Amén hermana (léase imaginando a una negra con las manos apuntando hacia el cielo)...Tristemente el mejillonismo a algunos nos pesa desde hace eones...de quién es la culpa? en parte mía, en parte de la sociedad (por cargar a alguien más), pero sobretodo de los profesores, que uno a uno han ido haciendo mal su trabajo...Nos encarnizamos cuando un médico comete mala praxis, sin embargo demasiados profesores ocultan su minusvalía laboral en la estupidez generalizada...por ello nunca me cansaré de afirmar que la mayoría de los profesores deberían revisar su forma de trabajo y hacer un cambio absoluto...ale

Txé dijo...

Motivación mejillonera...yo creo que lo que te pasa a ti es que te traimatizaste el otro día cuando te entrevistaron para que le contaras tu relación alumno-profo, y no pudiste evitar publicar tu amor hacia Pedro.

Fuera de coñas, sabes ya lo que pienso sobre el tema, las cosas no van a cambiar por mucho que nos quejemos hay que cambiarlo todo desde arriba, así que Dio ayúdanos!